Con el paso de los años observamos cambios en nuestro cuerpo y en nuestro rostro: es inevitable. Uno de los principales medidores del paso del tiempo son las pequeñas arrugas que poco a poco van formando parte de nosotros. Pero, ¿por qué aparecen las arrugas? ¿Se puede ralentizar su aparición? ¡Te lo contamos todo!

El funcionamiento de las células

 Las células producen colágeno y muchas otras proteínas que se encargan de formar la dermis. A medida que pasa el tiempo, la producción de colágeno y de otras fibras elásticas se reduce progresivamente, con lo que perdemos la tonicidad y elasticidad de la piel.

Durante este proceso la piel empieza a perder parte de sus características: las heridas no cicatrizan tan bien ni tan rápido, hecho que provoca el aumento a la predisposición de infecciones cutáneas y sistémicas. Además, se pierde tensión y se acumula la laxitud: es entonces cuando empiezan a aparecer las arrugas o líneas de expresión.

Origen de las arrugas

Encontramos, principalmente, dos tipos de orígenes para las arrugas:

  • Factores internos: es biológicamente natural que nuestra organismo produzca menos colágeno ya que las células van perdiendo esas características que tenían años atrás.
  • Factores externos: una excesiva exposición al sol, la falta de descanso, el tabaco o una alimentación desequilibrada juegan un papel fundamental en la aparición de líneas de expresión en nuestro rostro.

Cómo controlar los factores externos 

Los factores internos no son muy fáciles de controlar, pues nuestra predisposición genética jugará un papel muy importante en la aparición de arrugas. De esta forma, hay personas que empiezan a tener arrugas de una manera muy temprana y otras no debido a estos factores internos.

Por el contrario, los factores externos sí podemos controlarlos en mayor medida, por lo que pondremos nuestro foco de atención en ellos. Ahora que empieza a hacer mejor tiempo, desde nuestra farmacia os recordamos que es esencial aplicarnos fotoprotectores solares si vamos a caminar bajo el sol.

Ya sea yendo a trabajar, a buscar a los niños al colegio o pasando tiempo en una terraza, debemos prever el tiempo que pasaremos bajo los rayos del sol y llevar siempre con nosotros un protector solar que nos evite quemaduras y resecamiento en la piel.

No descansar correctamente es otro aspecto que afectará negativamente a nuestro rostro. Durante la noche es cuando nuestros tejidos se regeneran de forma natural, por lo que no dormir las horas suficientes o con la calidad que deberíamos repercutirá negativamente.